Análisis: venta de motos rompe récord, pero su uso genera un problema de salud pública

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Aquella expresión según la cual “la muerte viaja en dos ruedas” ha sido utilizada desde hace tiempo en diversas latitudes. Pero a la luz de las más recientes estadísticas tal parece que esa es una realidad cada vez más notoria en América Latina.(Vea: Mercado de motos en Colombia sigue al alza: ventas crecieron 50,11% en septiembre).Y es que mientras se observa una reducción en los siniestros atribuibles a buses y automóviles, los datos disponibles muestran una tendencia inequívoca de aumento en las fatalidades por cuenta de las motocicletas. Según un informe de la Organización Panamericana de la Salud, la participación de estos vehículos dentro de los decesos atribuibles al tránsito pasó del 8% al 46% entre 2009 y 2023 en la Zona Andina, mientras que en el Cono Sur lo hizo del 14% al 36% y en el Caribe hispanohablante del 12% al 64% en el mismo lapso. Aunque las cifras más nuevas existen para solo un puñado de países, todo apunta a que el diagnóstico empeora. Los reportes de varias de las capitales más grandes, desde México hasta Argentina, muestran un deterioro sostenido en los últimos meses.La causa principal es la expansión sostenida de este método de movilidad, pues las ventas viven un periodo de auge. Durante la primera mitad del año actual se colocaron 2,8 millones de unidades nuevas en la zona, lo que representa un alza del 19% frente a igual periodo de 2024.No se trata tan solo de que la economía del área muestra señales de una relativa estabilidad, que se traduce en un mayor ingreso disponible. En la medida en que grandes jugadores de India o China han abierto líneas de ensamblaje de este lado del Pacífico, los precios han caído. Un mayor acceso a servicios financieros por parte de la población facilita las cosas, dando lugar a cuotas mensuales muy bajas.Junto a lo anterior, está el creciente lío de los atascos en las urbes más congestionadas o las dificultades de comunicación en el campo, lo cual favorece a las opciones ágiles y baratas. Elementos como el incremento en el despacho de paquetes y comidas a domicilio han aportado una cuota importante en lo sucedido.En general, las ganancias en tiempo son la principal motivación para dejar el transporte masivo e incluso bajarse del automóvil. “Pasé de demorarme 50 a 20 minutos para ir de mi casa a mi sitio de trabajo”, cuenta Marcela Rodríguez, quien unos meses atrás sacó su moto a crédito.Como tantos, esta bogotana decidió dar el paso, a pesar de ser consciente de los riesgos y de verse expuesta a los cambios del clima. “Manejo con cuidado y no compito con nadie”, asegura.Muchos, lamentablemente, no actúan así. Basta desplazarse por cualquier sitio del territorio nacional para encontrar el conductor que rompe cualquier protocolo de seguridad, con las consecuencias a la vista. El resultado es lamentable, pues los incidentes por ir en motocicleta son la primera causa de muerte en el país y en la región para los hombres jóvenes, en lo que ya es calificado como un verdadero problema de salud pública.(Vea: Mercado de motos en Colombia sigue al alza: ventas crecieron 50,11% en septiembre).Venta de motosImágen generada con ChatGPTLógica perversaA pesar de diferentes esfuerzos, todavía en Latinoamérica opera esa especie de regla de tres macabra que muestra una evidente correlación entre la cantidad de motos en las calles y carreteras y el total de accidentes viales. Es verdad que en el sudeste asiático la fotografía es algo peor, pero los indicadores entre uno y otro lugar muestran cada vez menos diferencias.Semejante deterioro es particularmente oneroso, tanto en términos económicos como sociales, según lo comprueban los análisis individuales. El Banco Mundial publicó a comienzos de septiembre un informe respecto a Brasil, que es uno de los casos críticos en esta parte del mundo.De acuerdo con la entidad, cuando se agregan los gastos médicos y hospitalarios, las cargas administrativas, las pérdidas de producción, los daños materiales y el potencial desperdiciado, los percances en el pavimento equivalen a casi el 4% del tamaño de la economía más grande de la región (61.300 millones de dólares). En tiempo, el cálculo es de 2,34 millones de años que nunca podrán recuperarse.Vale la pena aclarar que el estimativo comprende los incidentes en todo tipo de vehículos, al igual que a los peatones. Pero aquí también a las motos les corresponde una cuota creciente, pues ya representan la mitad de las defunciones viales en territorio brasileño.Ante la evolución de un problema que va de mal en peor, las alarmas se encendieron desde hace rato. En agosto de 2023, por ejemplo, el secretario general de Naciones Unidas designó a un enviado especial para que se reuniera con los representantes de varios gobiernos de Centro y Sur América, con el fin de promover una estrategia orientada a disminuir a la mitad la cifra de víctimas para finales de la presente década.Nada indica que así será, si bien en lo que hace a los automotores de cuatro o más ruedas hay avances importantes. Carros mejor equipados en materia de seguridad a los pasajeros y con más sistemas de alertas externas, han venido acompañados de progresos en la infraestructura, límites de velocidad más estrictos y controles de alcoholemia frecuentes.Sin embargo, en lo que tiene que ver con las motos el balance no es alentador. Dada su rápida masificación, las autoridades se han visto sobrepasadas, sin que usualmente exista la debida coordinación entre instancias municipales, regionales y nacionales.(Vea: Ituran señala que en el primer semestre se robaron más de 16.000 motos en el país).Junto a lo anterior las normas se han quedado atrás, mientras los usuarios de las dos ruedas malentienden su libertad y se ven fácilmente atraídos por quienes, desde la política y los cuerpos legislativos, les aseguran que serán dejados en paz. Ello implica el uso de mecanismo de presión. Entorpecer el tráfico y afectar las actividades cotidianas de la mayoría es fácil cuando se tiene poder de convocatoria, como lo demostró la protesta de miles de motorizados ocurrida a mediados de septiembre en Bogotá.Así las cosas, los motociclistas se han convertido en un dolor de cabeza más grande, sobre todo para los alcaldes en sitios tan distintos como Honduras, Paraguay o Ecuador. Aparte de la accidentalidad, está la desobediencia ciudadana que se traduce en la negativa a la hora de cumplir con estándares mínimos de seguridad como el uso del casco. Cuando llegan los controles, son usuales las agresiones a los agentes de tránsito, lo cual acelera un círculo vicioso que se traduce en mayor permisividad y riesgos más elevados.El color de una moto dice mucho del piloto, según los expertos.Imagen de ChatGPTComo el cangrejoColombia no solo es testigo de muchos de esos comportamientos, sino que tiene una evolución inquietante. Según datos de la Ocde, nuestros índices de accidentalidad se encuentran dentro de los peores de América Latina y apuntan a deteriorarse.Los datos hablan por sí solos. En 2024 el número de muertes por siniestros viales en el territorio nacional fue de 8.433, con una ligera reducción de 1% frente al año precedente. De ese total, el 62% era usuario de motocicleta, una proporción que supera en más de 15 puntos porcentuales el promedio latinoamericano.Por otra parte, de los más de un millón de lesionados en episodios de tránsito, dos terceras partes iban en un vehículo de dos ruedas. La atención requerida presiona los ya escasos recursos que requiere la salud, pues a pesar de que existe el seguro obligatorio muchos conductores no lo adquieren. Así, el 58% de las motos registradas en el Runt no cuentan con el correspondiente Soat.Además, las lesiones sufridas en cada incidente son categorizadas como graves en 58% de los casos. Aparte de la pérdida de vidas, hay un alto número de incapacidades permanentes. Según Fasecolda, en 2022 se pagaron 17.000 indemnizaciones por este concepto.(Vea: En cifras: las localidades de Bogotá donde se registran más robos de motocicletas).Para colmo de males, este año no pinta bien. El reporte hecho por la Agencia Nacional de Seguridad Vial al cierre de agosto muestra un alza de 4,5% en las 5.472 muertes contabilizadas, frente a los guarismos de 2024. De ese acumulado, el 63% correspondió a conductores de motos.MotosiStockTal progresión se encuentra relacionada con el comportamiento de las ventas, que siguen disparadas. En septiembre se registraron 102.831 unidades, lo cual constituye un récord histórico para ese mes, si bien la marca absoluta se alcanzó en julio con 112.214. El incremento es del 37% en los primeros nueve meses del calendario, frente a igual periodo del año pasado.Vale la pena reconocer que las negociaciones de carros también van con el acelerador a fondo a nivel nacional. No obstante, por cada automóvil nuevo que se entrega a las vías llegan 4,1 motocicletas. La gran mayoría son de baja cilindrada, pues la mitad está en el grupo de 100 a 125 centímetros cúbicos y buena parte del resto es inferior a los 200.Semejante dinamismo impacta positivamente la economía, desde el punto de vista de la producción industrial y diferentes encadenamientos. También se puede argumentar que los ahorros de tiempo en el tráfico ascienden a miles de millones de horas para un amplio segmento de la población.Pero existe otra cara de la moneda que no se puede desconocer. Cálculos del experto Darío Hidalgo señalan que “la siniestralidad de motos genera costos del orden de 22 billones al año”, basados en el impacto en la salud y la pérdida de productividad. Otros estimativos son todavía mayores.Sea como sea, el hecho de que 15 motociclistas mueren cada día en promedio merece ser considerado una emergencia. Porque más allá del fatalismo típico de la idiosincrasia colombiana, en el que normalmente la víctima tiene la culpa, el sacrificio sostenido de tantas personas es sencillamente intolerable.Avanzar en este tema, exige aprender de otros lugares. Darío Hidalgo subraya cómo en Europa y Asia se han logrado reducciones apreciables en las fatalidades, a punta de controles, normas y mejoras de la tecnología, como la exigencia de los sistemas de frenado ABS.Para Gustavo Morales, presidente de Fasecolda, hay otro factor crucial que comienza con la educación y el sentido de la responsabilidad de los motociclistas. “Porque la seguridad vial no depende solo del Soat o de las autoridades: depende de un cambio cultural en cada conductor y en cada peatón”, subraya.Tampoco se pueden desconocer los esfuerzos realizados que muestran que otro desenlace es posible. Claudia Díaz, secretaria de Movilidad de Bogotá, expone algunas de las decisiones tomadas con resultados positivos en una urbe en donde el 70% de los siniestros viales involucran a las motos.Por ejemplo, la colocación de resaltos en varias avenidas importantes con el fin de reducir los accidentes ha traído resultados. “Hemos visto cero muertes en esos tramos y una disminución del 40% en la cantidad de heridos”, dice.Fuera de eso, hay una atención concentrada en puntos críticos que desembocaron en 30% menos decesos en dichos segmentos. La funcionaria concluye afirmando que de no haber hecho las intervenciones y si se hubiera mantenido la tendencia previa, el saldo de víctimas sería un 14% mayor.Dichos aprendizajes corroboran que hay mucho por hacer para controlar esta “epidemia” que golpea con tanta fuerza a América Latina y con más dureza aún a Colombia. Y como pasa en los tratamientos integrales, se requieren terapias coordinadas para que haya mejoras sustanciales en un terreno en el cual se han sembrado demasiadas cruces. Porque la vida, también puede andar en dos ruedas.RICARDO ÁVILA PINTOEspecial para EL TIEMPOEn X: @ravilapinto