La evolución no se detuvo. Solo se hizo invisible, y esta criatura microscópica acaba de revelarlo

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Mientras creemos vivir en un mundo biológicamente estático, la naturaleza sigue moviéndose bajo la superficie. Un crustáceo del tamaño de un grano de polvo está demostrando que la evolución no avanza en línea recta, sino que gira en espiral. Su genoma cambia sin pausa, incluso cuando nada a su alrededor lo hace.