En los orígenes de nuestra ópera

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Admirábamos hace poco la importancia de 'Il combattimento' monteverdiano y el cambio de tendencia al que contribuyó, inclinando la balanza de la polifonía hacia el madrigal (monodia) y de ahí a la representación, o sea, al inicio de la ópera. España mantuvo siempre una tendencia a la representación en el terreno religioso y para el siglo XVII la música tendrá una mayor presencia en comedias (introducciones cantadas o intermedios) o como piezas instrumentales. El título del programa, alusivo a la conocida obra de Calderón de la Barca, seguramente se usa como botón de muestra para darnos una idea de la importancia que cobró la música en el teatro de Tirso de Molina, Lope de Vega o el mismo Calderón, porque sus obras devinieron en libretos de estas primeras óperas. Así que hubo en el programa primero una alusión a esos compositores italianos como el mantuano Salamone Rossi , cuya música instrumental ( 'Sinfonía Grave' ) ya fijó nuestra atención en un importante cambio en el conjunto hispalense, al encontrar un violín (el de otro Rossi, Leonardo ), un sonido agudo, reforzado por el quintón de Fahmi (imaginamos lo del quintón por el tamaño, pero no le pudimos contar las cuerdas), cuya presencia fue relevante para 'abrir' el sonido de la 'oscuridad' que le pueden otorgar tres violas da gamba bajas, aunque el director usó también una en buena parte del programa (para los 'Canarios, por ejemplo)'. La doble mención a Monteverdi empezaba con 'Duri e penosi' de 'Il ritorno d'Ulisse in patria' en la que Sancho abría de forma espectacular la sección cantada. Hay muchos cantantes que, como algunos instrumentos de metal, se sienten mucho más cómodos en el 'forte' que en dinámicas más rebajadas; pero por si un mal pensamiento nos hubiese confundido, no tardó el tenor sevillano en quitárnoslo de encima, por la emisión con poquísimo volumen, sin que se le entrecortara o recurriese al engolamiento. Martín-Cantón , por su parte, tiende a un registro natural, impostado lo imprescindible, de manera que el contraste con Sancho resultaba llamativo. Otra premonición equivocada pudo pasarnos por la cabeza, pero el tenor sabe que si se hubiera impuesto por volumen sólo conseguiría deshacer el dúo. En realidad, fue como de la sombra a la luz, cada uno con su dinámica natural, hasta que terminaron encontrándose antes de que terminara el dúo. De hecho, el entendimiento y la complicidad predominaron durante todo el concierto. Tras la 'Passacaglia' de Marini, en la que por cierto Rahmi mantenía la progresión armónica en el bajo con un llamativo 'violone' en el que las efes y el puente se habían bajado más de lo que las hallamos por lo común, siguió otra aria de 'Il ritorno d'Ulisse', esta vez 'Illustratevi, o Cieli' , en la que la soprano mostró sus dotes para la coloratura precisa y a la vez relajada, que se iniciaba sobre un 'Alegraos' , razón por la que los sobretítulos nos ayudan a conectar texto y música. A partir de aquí oímos la formación tradicional, sin Rossi. De Juan Hidalgo (recuerden la pionera 'Celos aún del aire matan' con libreto de Calderón ) le oímos a la soprano la delicadísima pieza 'Peynándose estaba un olmo' , con la guitarra de Blanch (que firmó un excelente concierto) y Fahmi con la viola baja tocada también a la manera de la guitarra para hacer el bajo con los dedos. Sin salir de Hidalgo, 'La noche tenebrosa' permitió oír la finura de la guitarra de Sancho y luego un momento a solo de viola de Johanna Rose (tendría otro al final, con Durón en su 'La Guerra de los Gigantes: Animoso denuedo' . El 'momento Fahmi' llegó con dos piezas icónicas del conjunto, en el que el violagambista nos ofreció una deslumbrante versión de las marionas y canarios , sobre todo estos últimos a una velocidad vertiginosa, con algunas improvisaciones en las que nos pareció que junto a escalas barrocas se dejaron ver algunas que recordaban al jazz y con el acompañamiento de la guitarra dejó traslucir algo de flamenco (la fusión vive en él). 'Trompicávalas Amor' jugaba con esos ritmos de ida y vuelta: es un tema que han grabado y con el que se sienten muy cómodos por la vivacidad del ritmo, armonías y melodías populares (de hecho, la ofrecieron como propina).