En una noche en la que Sevilla parecía detener su pulso por la Carrera Nocturna, hubo un rincón en el que el corazón latía con otro tipo de energía: la de la música. Mientras las calles se llenaban de corredores, el Cartuja Center Cite reunía a miles de nostálgicos y fieles que, en vez de kilómetros, recorrían décadas de canciones de Los Secretos. El concierto arrancó con 'Agárrate a mí, María', recibida con una ovación cerrada que levantó el ánimo de inmediato . Entre acordes y sonrisas, Álvaro Urquijo tomó la palabra: «Hemos elegido un repertorio con canciones que no podían faltar, doce muy conocidas y otras que quizá no suenen por el algoritmo, pero que nos apetecía rescatar del baúl de los recuerdos». Y así llegaron 'Dos caras distintas' y 'La calle del olvido', coreada por todo el patio de butacas con manos al aire. «Esta es otra de esas que hemos querido rescatar», anunció antes de sumergirse en 'Desapareces'. Los primeros acordes de 'Échame a mí la culpa' prendieron la mecha: palmas al compás, voces unidas en el estribillo y una ovación que todavía resonaba cuando atacaron 'Margarita', aprovechando la energía desbordante del momento. Tras un breve cambio de guitarra, un espontáneo gritó desde la platea: «¡Sois los mejores!». Urquijo respondió con una sonrisa agradecida y el grupo se lanzó a 'Colgado' y 'Y no amanece'. Después, se detuvo para un recuerdo confesional: «En el tercer disco éramos muy malos, no vendíamos y nos llamaban sosos… pero gracias a esta canción decidimos hacer lo que nos diera la gana, aunque no estuviera de moda». Esa carta de libertad se llamó 'No me imagino'. Más íntimo, Álvaro compartió: «Esta canción votamos por unanimidad que nos apetecía tocarla. Se escribió en el 89 y es de mis favoritas», y sonó 'Qué solo estás', arropada por el público con palmas . El clímax llegó cuando toda la platea se levantó con 'Buena chica'; la banda se acercó al borde del escenario y los incondicionales de primera fila no pudieron contenerse. Y bastó una frase —«Quién no ha tenido un día de beber por amor hasta perder el control»— para que el auditorio reconociera de inmediato 'Quiero beber', levantando un mar de manos. La complicidad siguió con humor. «Nunca un desacuerdo fue tan gratificante como el de Enrique y Sabina. No se decidieron a escribir una canción y acabaron escribiendo dos. La única diferencia es que la de Sabina vendió siete millones y la nuestra no», bromeó antes de dar paso a 'Ojos de gata'. La noche continuó con otra ironía del destino musical: «Este tema lo descatalogaron por las malas ventas y hoy es el que más suena en las plataformas». Entonces llegó 'Pero a tu lado', cantada a pleno pulmón por un público ya en pie. El clamor apenas se apagó cuando retumbaron 'Otra tarde', 'Te he echado de menos' y 'Bulevar', esta última con el sello compartido de Sabina, convertida en un auténtico himno. El principio del adiós llegó con 'Nada más' y 'Ojos de perdida', coreadas por todos los presentes, que seguían marcando el ritmo con palmas y pies. Aunque la banda se despidió, Sevilla no se rindió: gritos de «¡otra, otra!» y vítores lograron lo inevitable. «Este huequecito va para Enrique, que estas canciones eran sus favoritas», anunció Urquijo antes de emocionar con 'Aunque tú no lo sepas', acompañada de un océano de linternas de móviles que iluminaban el auditorio. Y para cerrar, el agradecimiento: «Estas dos canciones que quedan son las que nos abrieron todas las puertas. Muchas gracias, Sevilla, ha sido un placer». El broche de oro: 'Sobre un vidrio mojado' y el eterno 'Déjame', himno generacional que puso a todos de nuevo en pie, recordando por qué Los Secretos siguen siendo parte viva de nuestra memoria sentimental.