Con un discurso incompatible con las reglas más básicas de la diplomacia, el presidente de Estados Unidos, ha aprovechado la tribuna de la Asamblea General de Naciones Unidas para hacerse publicidad como pacificador en jefe —resolviendo guerras que la ONU es incapaz de terminar, subrayó— y el estadista que ha devuelto a EE UU a una edad dorada. También se ha presentado como el azote de cualquier cosa que suene a multilateralismo, incluido el desarrollo sostenible, uno de los objetivos declarados de la organización. Seguir leyendo