La palabra Alzhéimer sigue resonando con un eco de dolor y desconocimiento en miles de hogares. Pero hoy, más que nunca, también se abre paso una nueva mirada: la de la prevención, la dignidad, el acompañamiento y la conciencia colectiva.Con más de 55 millones de personas viviendo con demencia en el mundo, y previsiones que apuntan a 152 millones en 2050, el Alzhéimer ya no es solo una preocupación médica: es un desafío social, económico y humano.En España, se estima que más de 239.000 personas viven con Alzhéimer, una cifra que podría ascender a 650.000 en 2030 y rozar el millón en 2050. ¿Estamos preparados?De la demencia al deterioro cognitivo: un cambio de paradigma“El diagnóstico ya no es el primer paso, muchas veces es el último”, explica Roberto Suárez, director de la Escuela de Enfermedades Neurodegenerativas de la Confederación Andaluza. Personas cada vez más jóvenes acuden preocupadas por olvidos, pérdidas de concentración o dificultad para expresarse. “Ayer ya es tarde”, añade Ángela García, presidenta de la Confederación.Este cambio de enfoque —del concepto de “demencia” al de “deterioro cognitivo”— permite intervenir antes, aplicar terapias no farmacológicas, y ralentizar el deterioro. Hoy, la estimulación cognitiva profesional y la creación de reserva cerebral se entienden como herramientas tan importantes como cualquier medicamento.Un reto estructural: cifras que no podemos ignorar• El Alzhéimer representa el 70-75% de todos los casos de demencia.• Cada año se diagnostican 10 millones de nuevos casos en el mundo.• En España, el 86 % de los cuidados recaen en familiares, según el estudio EDAD-2020.• El coste medio anual por paciente en fases leves/moderadas puede superar los 28.000 €, disparándose en fases severas.Los sistemas sanitarios no están preparados para este tsunami demográfico. “Si no prevenimos, colapsarán”, advierte Suárez.El sistema andaluz se transforma: del diagnóstico al acompañamientoEva Cuartero, jefa de Neurología del Hospital Virgen de Valme y referente del Plan Andaluz de Alzhéimer, explica que estamos en un momento decisivo: “El Alzhéimer no empieza cuando se pierde la memoria. Comienza mucho antes”.Eva Cuartero subraya la importancia del diagnóstico precoz con biomarcadores, pero alerta sobre los riesgos éticos: “Podemos estar generando enfermedad en personas sanas si no gestionamos bien el diagnóstico presintomático”.El Plan Andaluz, aprobado hace dos años, trabaja en implantar un proceso asistencial integrado que conecte atención primaria, neurología, psicología, trabajo social y farmacología. El objetivo: garantizar un itinerario claro desde los primeros síntomas.Nuevos tratamientos, nuevas exigenciasLos fármacos anti-amiloides como lecanemab o donanemab abren una puerta de esperanza. “No curan, pero modifican el curso de la enfermedad si se administran en fases muy tempranas”, explica el neurólogo Cristóbal Carnero.Pero para que funcionen, se requiere una transformación del sistema: formación, tecnología, diagnósticos tempranos y planificación. “Esto exigirá cambiar todo el manejo de la enfermedad, desde la atención primaria hasta la alta especialización”, apunta Carnero.Literatura, arte y amor: el Alzhéimer desde la vivencia personalAntonio Giráldez y Guillermo Sánchez son hijos de personas con Alzhéimer, y autores de obras que han puesto palabras y melodías al silencio de la enfermedad.“Mi padre me dijo una vez: ‘No sé quién eres, pero te quiero mucho’”, recuerda Guillermo. “El amor fue una constante, incluso cuando no había memoria”, añade Antonio.Ambos coinciden en el poder del arte como herramienta para procesar, compartir y acompañar. “La literatura permite naturalizar la enfermedad y hacer sentir a otros que no están solos”, resume Antonio. “El Alzhéimer da para poesía, para canción y para literatura. Es el laberinto de la vida”, concluye Guillermo.El código postal importa más que el genéticoSolo un 1 % de los casos de Alzhéimer tiene origen puramente genético. El resto está asociado a factores modificables: salud cardiovascular, educación, sedentarismo, aislamiento social, insomnio o nutrición.“El deterioro cognitivo tiene más que ver con el código postal que con el código genético”, resume Roberto Suárez.El problema es que muchas de estas variables están determinadas por la desigualdad social y territorial. En Andalucía, aunque existen 124 asociaciones de apoyo, solo se cubre un 20% del territorio. En el ámbito rural, el acceso a terapias profesionales es muy limitado.Una escuela para transformar la prevenciónLa Escuela de Enfermedades Neurodegenerativas de la Confederación Andaluza no solo forma profesionales: capacita a familiares, cuidadoras, voluntariado y agentes sociales. “No vale el café para todos”, insiste Roberto Suárez. Cada persona necesita un plan adaptado, diseñado tras una evaluación neuropsicológica rigurosa.No se trata solo de hacer ejercicios de memoria. Se aplican técnicas que incluyen reminiscencia, lenguaje, cálculo, programas informáticos y estimulación multisensorial, siempre bajo supervisión profesional.No olvidemos a quienes cuidan“El cuidador muchas veces se deja su salud en ese cuidado”, dice Ángela García Cañete. El impacto físico y emocional en los cuidadores —mayoritariamente mujeres— es enorme y está invisibilizado. La sobrecarga emocional, el aislamiento, el agotamiento físico y la falta de apoyo son realidades cotidianas.Cuidar no debe ser una carga solitaria, sino una responsabilidad compartida.Un nuevo modelo de vidaEl Alzhéimer ya no es solo una enfermedad del recuerdo: es una llamada de atención. A repensar cómo envejecemos. A priorizar la salud mental y emocional. A prevenir desde la infancia. A acompañar con dignidad. A integrar salud y comunidad. A no esperar a que sea demasiado tarde.Como dijo uno de los protagonistas de esta historia:“El Alzhéimer borra los recuerdos, pero no anula la necesidad de sentirse querido y comprendido”.Es hora de mirar el futuro no con resignación, sino con humanidad, ciencia y compromiso colectivo.