Feijóo aleja al PP del discurso migratorio de Vox pero insiste en que sí tiene discurso (a diferencia del Gobierno)

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El crecimiento de la ultraderecha en los sucesivos sondeos preocupa a buena parte de la sociedad política española. En la izquierda, cada vez que un dirigente ultra suelta alguna perla, hay una respuesta boquiabierta, de manos a la cabeza. Pero en la derecha popular, una sensación de que le van comiendo el espacio electoral. E intuye bien porque no hay más que ver cómo el espacio popular en los países del entorno está siendo engullido por esa derecha alternativa: Italia o Francia, los casos más evidentes.Hace un par de meses, en el municipio murciano de Torre Pacheco se produjeron incidentes racistas. Un terrible suceso local, la paliza a un anciano, acabó cogiendo foco nacional y hasta la pequeña localidad con gran población migrante acudieron líderes de grupos y de grupúsculos esperando que fuera un detonante, un gatillo ideológico, que incendiara las calles de todo el país contra la migración.Por eso, no parece casual que la minicumbre de Alberto Núñez Feijóo con sus barones en el poder tenga lugar en la Región de López Miras. De viernes a domingo, el presidente del partido ha reunido a sus presidentes autonómicos para conformar un mensaje en varios aspectos.[articles:342771]Y el más importante ha sido el de la migración. Ya antes de arrancar esa conferencia ideológica, el PP filtró a la prensa que iba un mensaje estrella, de esos que se intenta que calen. En concreto, retirar el Ingreso Mínimo Vital (IMV) al inmigrante que venga a España y no haya cotizado. No hay que ayudar más al migrante que venga sin contrato de trabajo que al que venga con él, ha dicho Feijóo este domingo.En el seno de Vox, parece que hay un cierto debate donde Santiago Abascal se resiste a la propuesta de un grupo liderado por Juan García-Gallardo. Y esta pasa por incrementar la presión comunicativa e ideológica contra la migración latinoamericana. El PP se ha limitado este fin de semana a ofrecer una postura que responda a aquello que pueda cabrear a una parte del electorado de la derecha, que en la práctica dice que se controle la migración, o que no se den nunca circunstancias de mayor apoyo al migrante que al autóctono. Ese camino es difícil, porque para ese electorado lo dudoso no es ya que se dé al migrante. Lo dudoso es para ese votante que esté recibiendo uno menos de lo que aporta, y que otro salga beneficiado al recibir más de lo que aporta. Cuando es de otro país, lo único que ocurre es que le puede cabrear más. Creo en una España abierta y acogedora, también en la convivencia y libertad.Contribuir tiene que ser condición para permanecer. Por eso, proponemos:· Un visado por puntos que garantice el cumplimiento de la ley y la integración.· Que el IMV deje de ser una vía para legalizar… pic.twitter.com/q2QXbHB5nY— Alberto Núñez Feijóo (@NunezFeijoo) September 28, 2025Además, hay otro sentimiento reinante en ese votante que puede fluctuar entre el PP y Vox: la sensación de impunidad, de falta de mano dura, de incumplimiento de la ley. Hablamos, así, de sensaciones que pueden tener. Y en esa sensación, el PP quiere responder con: que se cumpla lo que dice la Ley. Aunque propone también cambiarla. Desvelaba este domingo que va a proponer un sistema de visados al estilo de Canadá o Australia, por puntos, según el perfil del trabajador que quiera venir, o según el país de origen. Si el que quiera llegar a España lo hace de países que no colaboren con España en materia migratoria, señalaba Feijóo, no se le permitirá entrar. Esto es complicado de aprobar en el actual contexto de la Unión Europea, aunque una medida en ese sentido no sería imposible en vista del actual reparto de poderes en el Parlamento europeo y en las Jefaturas de Gobierno europeas.A nivel mediático, este discurso de Alberto Núñez Feijóo busca claramente contraponerse al de Vox, de quien le separa, decía, además, que en el PP sí están en el centro los miles de muertos en el mar tratando de llegar a Europa, "engañados por las mafias", pagando un dinero que no tienen. Pero sobre todo lo que quiere contraponer el popular al discurso del Gobierno, porque este discurso es prácticamente inexistente. Se ha limitado en los últimos meses a llamar racista a todo aquel que sugiriese que la inmigración puede generar distorsiones. El mero hecho de la existencia de protestas frente a los centros de migrantes ya es de por sí una distorsión. Que haya votantes entre los que cale ese discurso es también ejemplo de distorsión. Y Feijóo sabe perfectamente que puede -y quizás es que también debe- ser esa bisagra entre aquellos a los que asustan las propuestas de dirigentes de Vox -devolver a millones de migrantes a sus países, o simplemente convertir la migración en el centro de la acción política- y los que tampoco quieren sentirse racistas -ni consideran justo que se les tache así- por mostrar temores ante los sucesos -muchos de ellos fake, claro- que le llegan cada día.El equilibrio desde que surgió VoxEn esto, el PP hace ya más de un lustro que no es el partido que debe estirar la manta de un lado del espectro, porque en ese extremo le han sustituido, sino que debe buscar su propio discurso sin que se le escapen más votos. A un lado, quienes lo consideran tibio y buenista; al otro, quienes le consideran conniventes con los ultras diga lo que diga. Por todo eso, la cumbre de este fin de semana con los barones parece algo más que un acto cualquiera del PP: es construir su propio mensaje para que cale en el electorado, anticiparse a un posible descalabro de votos si la tendencia del pendulazo a la derecha sigue apretando. En eso no ha estado Juanma Moreno, que si bien no ha rehusado nunca hacerse fotos con Alberto Núñez Feijóo y ha pasado con él el sábado en esas reuniones, este domingo estaba el cierre de la Comic Con de Málaga. Seguramente, de  no haber sido por eso, habría estado en Murcia también el domingo.