Habla Vicenta Gálvez con seguridad, mirándote a los ojos, y contando con crudeza, sin medias tintas, cómo ha sido su último año, en el que ha superado un cáncer de mama. Hace unos días tocó la ansiada campana, la que anuncia que acabó su tratamiento de quimioterapia.Pero aun así dice que da las gracias por haberlo pasado. Porque se ha dedicado a ella misma, se ha conocido mejor, y le ha ayudado a saber quién está a su lado y quién no. La suya es una historia dura, como las de todas las personas que tienen la enfermedad, pero también inspiradora. Porque Vicenta lleva haciendo cosas que parecían imposibles desde que se enteró de que tenía cáncer de mama.Para empezar, la bailaora jerezana siguió adelante con el espectáculo en el que tanto había trabajado, El fondo de mi trasfondo, que tenía previsto llevar al Jerez Off Festival que organiza la Guarida del Ángel. Después de detectarse un bulto en el pecho a mediados de diciembre, hasta el 10 de enero no le hicieron pruebas en el Hospital de Jerez y le confirmaron sus peores sospechas. Pero no se operó hasta el 6 de marzo, tres días después de representar su espectáculo. Ni ella sabe cómo lo hizo.[articles:342105]"¿Cómo iba a dejar tiradas a cinco familias, de los cinco artistas que actuaban conmigo?", pregunta Gálvez, como si la respuesta fuera evidente. Aunque se estuviera muriendo, dicho de forma literal por ella misma —y por sus médicos—, siguió con el plan previsto. No pensó en el cáncer hasta que estuvo en quirófano. Allí mismo comentó detalles del espectáculo con la cirujana, que por casualidad lo presenció. Normal que diga que fue todo "surrealista".Retrato de Vicenta Gálvez. MANU GARCÍAPorque decíamos que el último año de Vicenta Gálvez, fisioterapeuta, pero conocida por su faceta como bailaora, no ha sido nada fácil. A su enfermedad tuvo que sumar problemas en su vivienda, donde no pudo entrar durante varios meses por tener humedades y ratas. Pero sigue adelante. Siempre sale adelante. Ahora va por la calle y a Vicenta la felicitan por haber tocado la campana, por haber pasado lo peor. Le sorprende, porque nunca le ha pasado con un trabajo suyo, por ejemplo. "Lo agradezco, pero es algo que no me esperaba", confiesa. Los efectos de las redes sociales. Subió un vídeo y se empezó a compartir. He aquí el efecto en la vida real, la de carne y hueso.Todo empieza con una toalla "enganchada"Todo empezó a finales de diciembre de 2024, cuando después de ducharse, notó que la toalla se le quedaba "enganchada" al secarse el pecho. "Pensé que sería inflamación, porque tenía que ponerme con la regla", dice. No le dio importancia. "Llevaba seis meses preparando un espectáculo, no podía abandonar"A sus 46 años, nunca se había hecho una mamografía. Una amiga le recomendó que fuera al médico. Ella no quería. Que no tenía tiempo, decía. Andaba inmersa en los preparativos de su espectáculo, y en otros mil jaleos.Fue a su médico de cabecera y le dijo que la llamarían para hacerse pruebas en el hospital. Pero pasaban los días y no recibía la dichosa llamada. Acudió a una clínica privada y ahí le diagnosticaron el cáncer de mama. Hasta cerca de un mes después no la citaron en el centro hospitalario del SAS.Le vieron los tumores, había tres, tenía que operarse. Pero se negó en ese momento. "Llevaba seis meses preparando un espectáculo, no podía abandonar", dice. "Vicenta, que te mueres", le contestó su médico. "Déjame bailar y cuando termine, hazme lo que quieras", contestó ella.Gálvez levanta el brazo que le dijeron que iba a perder. MANU GARCÍAEl día del espectáculo dice que levitóY bailó. Vaya que si bailó. "Había tanta gente ese día que la Policía tuvo que ir a la puerta, y eso que estaba lloviendo a mares", recuerda. Cuando le dijeron que la sala estaba a rebosar, no se lo creía."Yo no sé de dónde saqué la fuerza. Mis compañeros lloraban en los ensayos, me veían deteriorada, me notaban cada vez más débil. Pero en el escenario me transformé", dice Vicenta, que asegura que levitó."Yo no sé de dónde saqué la fuerza; me veo en vídeos y todavía me asusto. Esa no soy yo"Esa misma tarde, unas horas antes, fue a la tumba de su padre, fallecido hacía unos meses. "Había tormenta, truenos, lluvia a cántaros. Me planté allí, lloré, y le dije: Papá, ayúdame, yo sola no puedo". Pero volvió a casa, se preparó y bailó como nunca."Me veo en vídeo y todavía me asusto. Esa no soy yo. Me veo con una fuerza que no sé de dónde salió. Terminé bailando por tangos, nadie se lo esperaba", rememora.Tres días después, a primera hora de la mañana, estaba en quirófano comentando la jugada con su cirujana. 24 horas después, estaba paseando por los pasillos del hospital. "Los enfermeros no se lo creían", dice.La bailaora Vicenta Gálvez, tras tocar la campana que marca el fin de su tratamiento de quimioterapia. MANU GARCÍALa operación y un caso "para estudiarlo""Me habían quitado el pecho derecho y diez ganglios, cuando yo pensaba que eran tres", dice Gálvez. Eran tres tras las pruebas de enero. En el tiempo que pasó hasta el espectáculo se multiplicaron. Y ella no lo sabía."Me dijeron que perdería el brazo, que ya no podría moverlo", recuerda. Pero se puso de pie y lo movió. "¿Dónde está el brazo perdido? El brazo está aquí", le dijo a los médicos. El suyo, le dijeron, "es un caso para estudiarlo".Después llegó la quimioterapia. Del 12 de abril al 8 de septiembre, cuando pudo tocar la campana. Cinco meses sometiéndose a sesiones eternas. "Yo no me preguntaba qué veneno me estaban metiendo, no quería saberlo. Me lo tomaba como quien va de visita al hospital", dice, quitándole importancia."Me dijeron que perdería el brazo, que ya no podría moverlo, pero lo levanté"Los efectos secundarios llegaron, claro: estaba más cansada y tenía náuseas —"pero solo un par de días"—, perdió el pelo, las pestañas y las cejas. "Pero yo decidí seguir adelante, sin esconderme. Salía a la calle como una bombilla, sin pañuelo. Y si tenía que ponerme un top en verano con un pecho menos, lo hacía". "Mis hijos, de 18 y 22 años, nunca supieron la gravedad real. Ni siquiera mi madre lo sabía. Solo mis compañeros más cercanos intuían algo, pero nadie conocía toda la verdad. Yo decía: Esta es mi guerra", sostiene.Casi 37.700 nuevos casos de cáncer de mama en 2025El de mama es el tipo de cáncer más frecuente en las mujeres españolas. Aproximadamente una de cada ocho lo tendrá en algún momento de su vida. Para 2025, se estima que habrá 37.682 nuevos casos. Es el más diagnosticado en el país, solo por detrás de los de colon y recto (44.573 nuevos casos), y por delante del cáncer de pulmón (34.506) o próstata (32.188).La mortalidad del cáncer de mama está descendiendo, pero sigue siendo la primera causa de muerte por cáncer en España entre las mujeres. Aunque tenga la tercera mayor tasa de supervivencia (86%), solo por detrás del cáncer de tiroides (93%) y el melanoma cutáneo (89%), según datos del informe Las cifras del cáncer en España de La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM)."La supervivencia de los pacientes con cáncer de España es similar a la de los países de nuestro entorno. Se estima que se ha duplicado en los últimos 40 años y es probable que, aunque lentamente, continúe aumentando en los próximos años", recoge el citado informe.La Asociación Española contra el Cáncer quiere que para 2030 se alcance un 70% de supervivencia de los pacientes oncológicos de media. Para ello, hace falta investigación. E inversión pública. A finales de 2024, Andalucía estaba desarrollando 269 investigaciones para mejorar el diagnóstico, pronóstico y tratamiento del cáncer de mama. El Servicio Andaluz de Salud (SAS) reseñaba que se están desarrollando 33 proyectos de investigación competitivos y 236 estudios clínicos en la comunidad.El baile como tabla de salvación"Nunca pensé que me iba a morir. En ningún momento. Mi cabeza estaba en el baile. Ensayar, crear, montar el espectáculo. Eso me salvó. El baile fue mi terapia, mi tabla de salvación", señala Vicenta Gálvez, que mientras estaba recibiendo la quimioterapia, zapateaba sentada en el sillón del hospital, donde no paraba de ver vídeos de flamenco. "Mi mente no paraba".Y eso que empezó a bailar, en la adolescencia, como "castigo". Porque no quiso terminar sus estudios, la apuntaron a la academia de Angelita Gómez, donde se negaba a bailar. Hasta que levantó los brazos y Gómez le vio maneras. "Eso hay que pulirlo", le dijo.Gálvez, en un momento de la entrevista. MANU GARCÍAPero dio el salto a la danza, con Belén Fernández, que le gustaba más. De hecho, se sacó la carrera de Danza. Pero el gusanillo lo mataba actuando en fiestas privadas. "Era mi forma de evadirme, mi válvula de escape", sostiene.Hoy día sigue bailando. Ya tiene fechas cerradas de próximas actuaciones. El 11 de octubre, en la VI cata maridaje y flamenco Seis copas de esperanza, en el Club Nazaret, dentro del programa Octubre Rosa, AMMA te cuida de la Asociación de Mujeres Mastectomizadas de Jerez. En noviembre, otro acto benéfico. Y luego llegarán las Zambombas."He aprendido a quererme""He aprendido a quererme. He aprendido que el camino está hecho para salirse de él, no para seguirlo. He aprendido que el baile es mi vida, pero que yo soy más que eso", cuenta una Vicenta Gálvez que habla del cáncer como un "regalo". "Ahora decido con quién compartir mi tiempo. No quiero gente tóxica"La frenó en seco, le hizo parar el ritmo frenético que llevaba y se puso a pensar. "Me pasé la vida entera cuidando de los demás, trabajando para los demás, olvidándome de mí. El cáncer me obligó a parar, a mirarme al espejo, a dedicarme tiempo, a quererme", reflexiona.Ahora valora más tomar un café con quien ella elige, un abrazo, un beso. "Decido con quién compartir mi tiempo. No quiero gente tóxica. Quiero vivir mi segunda vida como yo quiera", expresa."Si me preguntas qué se siente con un cáncer, te digo que no lo sé, porque yo solo pensé en bailar", dice Vicenta Gálvez, fisioterapeuta, bailaora, y aunque diga que no, hay que llevarle la contraria: una persona con una fortaleza al alcance de pocas.