Termino septiembre como llegué: con Enrique Jardiel Poncela . Él es mi provocador de la alegría; mi alquimista del absurdo. Capaz de burlarse del mundo en los años menos propicios para la burla, como yo misma intento hacer en estas columnas. España atravesaba tensiones, dictaduras, guerras y silencios cuando él decidió levantar su trinchera no con pólvora ni proclamas, sino con carcajadas. Colocaba puertas literarias que no daban a ninguna parte, diálogos que saltaban sobre el sentido común y personajes que vivían como si la lógica fuese un rumor lejano. Su trayectoria fue un combate contra la solemnidad. Conquistó escenarios en Madrid y hasta se atrevió con Hollywood . Pero su verdadera patria era la paradoja: esa grieta luminosa por... Ver Más