Durante el vuelo sin tripulación de la misión Artemis I, la NASA detectó un comportamiento preocupante: vibraciones anómalas causadas por turbulencias de aire entre los propulsores laterales y el núcleo del cohete. Este fenómeno, aunque no afectó la misión inaugural, encendió las alarmas de los ingenieros de la agencia espacial, ya que podría representar un riesgo significativo para la seguridad de los astronautas en el próximo vuelo tripulado del Artemis II.La zona afectada estaba situada en la parte donde los propulsores sólidos se acoplan al núcleo del cohete SLS (Space Launch System). En esa unión, el flujo de aire generaba patrones de presión fluctuante que derivaban en vibraciones no deseadas. El reto no era menor: corregir un problema complejo sin rediseñar toda la estructura.Tecnología de pintura sensible a la presión y modelos a escalaPara comprender mejor lo que estaba ocurriendo, el equipo de ingenieros de la NASA decidió recrear las condiciones de vuelo en tierra firme. Utilizaron el túnel de viento Unitary Plan del Centro de Investigación Ames, donde introdujeron modelos a escala del cohete recubiertos con un material especial llamado pintura sensible a la presión no estacionaria (uPSP).Esta pintura tiene una propiedad fascinante: brilla con diferente intensidad según la presión del aire que la rodea, lo que permite a las cámaras de alta velocidad captar información detallada de cómo se comporta el flujo en cada rincón de la superficie del modelo. En lugar de obtener simples datos puntuales, los ingenieros lograron un mapa visual completo de las zonas más críticas.Una vez recolectados los datos, se procesaron en los superordenadores de la NASA y se visualizaron en una gigantesca pantalla llamada «hyperwall», permitiendo observar en tiempo real las áreas con mayor concentración de oscilaciones peligrosas.Simulaciones digitales y una solución aerodinámicaGracias a las capacidades de simulación, los ingenieros probaron rápidamente múltiples soluciones sin necesidad de construir prototipos físicos para cada opción. El análisis apuntó a una intervención aerodinámica bastante sencilla: agregar cuatro aletas delgadas llamadas «strakes» cerca de los puntos de unión delanteros de los propulsores.Estas strakes actúan como pequeños estabilizadores. Al interrumpir el flujo de aire caótico, logran suavizar las turbulencias y, en consecuencia, reducen de forma significativa las vibraciones generadas en el cuerpo del cohete. Las pruebas en el túnel de viento confirmaron su efectividad.Las piezas, de aproximadamente dos metros de longitud, serán instaladas por Boeing en el Centro Espacial Kennedy antes del despegue de Artemis II. Aunque pueda parecer una solución menor, su impacto es determinante para garantizar la integridad estructural del cohete y la seguridad de la tripulación.De semanas a horas: el poder del análisis computacionalLo más sorprendente de este proceso no es solo la solución hallada, sino la velocidad con la que se logró. Tradicionalmente, un análisis tan exhaustivo podría haber tomado semanas o incluso meses. Sin embargo, gracias a la combinación de datos reales de vuelo, pruebas físicas con pintura uPSP y modelado por supercomputadora, NASA logró comprimir todo el análisis en cuestión de horas.Esto no solo agiliza la corrección de problemas específicos, sino que establece una nueva forma de trabajar más eficiente para futuras misiones, tanto en el programa Artemis como en otros desarrollos de vehículos espaciales.Preparando el camino hacia la Luna y más alláLa misión Artemis II representa el primer vuelo tripulado del programa Artemis, con el objetivo de llevar astronautas alrededor de la Luna antes de futuras misiones de alunizaje. Asegurar la fiabilidad del cohete SLS es un paso esencial en esa hoja de ruta, no solo por los riesgos evidentes que implicaría un fallo estructural, sino también por la confianza que la NASA necesita construir en esta nueva generación de misiones espaciales.Cada componente, desde la electrónica hasta los estabilizadores aerodinámicos como estos strakes, forma parte de un sistema que debe funcionar como un reloj suizo bajo condiciones extremas. Resolver las vibraciones con una solución elegante y precisa demuestra cómo la tecnología, el ingenio y la colaboración entre disciplinas pueden converger para superar los desafíos más complejos del espacio.Este avance técnico no solo permitirá que el Artemis II despegue con mayor seguridad, sino que abre la puerta a mejoras continuas en la forma en que se diseñan y prueban los vehículos espaciales del futuro. Una muestra más de que, incluso en los problemas más técnicos, hay espacio para la creatividad.La noticia NASA soluciona problemas de vibraciones en el cohete Artemis II con pruebas en túneles de viento fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.