Cuando se incorporó a su nuevo despacho como presidente del PP, en la sede de la calle Génova, en abril de 2022, Alberto Núñez Feijóo contaba con que su fama de político moderado y de buen gestor, construida a base de talonario —el control mediático de su partido en Galicia era y sigue siendo prácticamente absoluto, en parte gracias a la distribución opaca de dinero público a los principales medios privados— le abriría la puerta de la Moncloa. En sus cálculos entraba una recesión económica, que nunca llegó y su supuesta capacidad para frenar a Vox, que ya entonces se había comido buena parte del electorado a la derecha del PSOE, y que tampoco se hizo nunca realidad,En aquel momento, todo soplaba a favor. Las cuentas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) llegaron a reconocerle que el 38,7% de los españoles tenían en él mucha o bastante confianza, frente a un 55,4% que manifestaban poca o ninguna. Un porcentaje muy elevado, tratándose de políticos en España, aunque a su favor también jugaba un cierto desconocimiento (casi un 6% de los encuestados decía no conocerle o no contestaba).Con el paso del tiempo, aquellas cifras se han volatilizado. La confianza cayó a los pocos meses por debajo del 30% (septiembre de 2022) y nunca se recuperó. Desde hace un año está por debajo del 21% y este mes, en el último barómetro del CIS, ha alcanzado su cifra más baja: apenas un 17,4% de los españoles tienen mucha o bastante confianza en Feijóo. Un deterioro que ha tenido su justa correspondencia entre quienes le tienen poca o ninguna. Aquel reducido 55% de españoles que, cuando llegó a Génova, tenían en él poca o ninguna confianza, está desde hace un año por encima del 80%.El inicio de curso ha sido particularmente negativo para el líder del PP. Pedro Sánchez resiste, como puede: entre el 22% y el 25% le prefieren a él como presidente del Gobierno, a pesar de los escándalos de corrupción, los reales (como el de Ábalos y Cerdán) o los inventados (como el del fiscal o el de su esposa). Pero Feijóo se derrumba: lleva meses atascado en torno al 10% (sólo uno de cada diez españoles le prefiere como presidente), hasta el punto de que este mes se ha visto superado, por primera vez desde que hay registros, por Santiago Abascal.Da igual el indicador que tomemos para evaluar el desempeño de Feijóo en la opinión pública desde que es presidente del PP. Retrocede en todos. Y de forma muy llamativa, en el indicador que mide el respaldo de los suyos.En este apartado empezó, en abril de 2022, con un 71,3%, una cifra muy por encima de la que tenía su antecesor en el cargo apenas un mes antes. Cuando los barones del PP, incluido el propio Feijóo, entonces presidente de la Xunta, se conjuraron para derrocar a Pablo Casado como presidente del partido, este no tenía el respaldo ni del 50% de los votantes conservadores. Y eso que cuando comenzó, antes de la pandemia, se movía en registros mejores que el de su sucesor (74,7%).Lo cierto es que, tres años después de su elección, Feijóo ha visto cómo se evaporaba su amplio respaldo inicial dentro del PP. Las cifras de apoyo, con algunas oscilaciones, se mantuvieron siempre en el entorno del 60% en su primer año de mandato, entre abril de 2022 y abril de 2024, con un pico en octubre de 2023 que alcanzó el 73,1%, justo después de su investidura fallida y coincidiendo con las movilizaciones en la calle —junto a Vox— en contra de la anunciada amnistía a los líderes del procés.Aquel apoyo, sin embargo, se fue desinflando. En mayo de 2024, tras dos años de mandato, y coincidiendo con las elecciones catalanas que ganó el PSC y en las que Feijóo disputaba directamente el voto a Vox, el respaldo de sus propios votantes en el conjunto de España cayó por primera vez por debajo del 50%.Desde entonces, el líder del PP apenas ha vuelto a recuperarse entre los suyos. El apoyo registrado en los barómetros del CIS ha llegado incluso a estar por debajo del 40% en momentos puntuales. La primera vez, en noviembre de 2024, cuando la toma de datos tuvo en cuenta su respaldo al presidente de la Comunitat Valenciana, Carlos Mazón, durante y después de la tragedia de la dana que costó la vida a 229 personas. La segunda, en enero de 2025, cuando tumbó, con ayuda de Junts y de Vox, la revalorización de las pensiones.Sin embargo, las peores cifras desde que es presidente del PP se registraron en abril y mayo de este año. En estos meses, respectivamente, apenas un 37,7% y un 37,1% de los votantes del PP respondían que les gustaría que Feijóo fuese presidente del Gobierno.Y fue precisamente entonces, en el momento más delicado de su mandato al frente del partido, cuando Feijóo anunció, por sorpresa, la convocatoria del congreso del PP que tuvo lugar en julio. Una reunión diseñada para aclarar las dudas que empezaban a aflorar acerca de su liderazgo, atrapado por la pinza de Isabel Díaz Ayuso y Abascal, e intentar despejar su hoja de ruta hacia las elecciones generales de 2027. Después de eso, las cifras de junio y julio fueron malas (41,2% y 42,3%, respectivamente). Y este mes ha repuntado (58,8%), aunque, paradójicamente, coincidiendo con sus peores registros en el conjunto del electorado. Habrá que esperar a los barómetros de octubre, noviembre y diciembre para saber si esa tendencia se consolida, coincidiendo con el recrudecimiento de su discurso antiinmigración, o si retrocede.Los datos del CIS, también los de Casado, demuestran que el liderazgo en todos los partidos está muy vinculado a los resultados electorales, también los parciales. Si son buenos, el líder se beneficia de ello. Si son malos, le penalizan. El impulso de Feijóo en los próximos meses dependerá en gran medida del apoyo que el PP consiga en las dos citas electorales más inmediatas que tiene por delante: las autonómicas de Castilla y León, previstas para marzo, y las andaluzas, que tendrán lugar, si no hay adelanto, en el mes de junio.