Aunque el mercado laboral colombiano cerró julio con un dato alentador en la superficie, dado que marcó un ligero retroceso frente a las dinámicas del año pasado, hay varios datos inquietantes en el fondo de este reporte, que dejan claro que la informalidad es un flagelo persistente y que todavía sigue golpeando a las poblaciones más vulnerables.Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), la tasa de desocupación nacional se ubicó en 8,8% durante este período, lo que significó una reducción de 1,1 puntos porcentuales frente al mismo mes de 2024. Dicho de forma simple, el número de ocupados alcanzó los 24 millones de personas, es decir, 766.000 más que un año atrás.Consulte aquí: En el Congreso alistan movidas para evitar que el país se siga endeudandoSin embargo, detrás de ese logro se esconde un problema estructural que sigue marcando la dinámica del país y es la informalidad, ya que la misma autoridad estadística reveló días después que para abril-junio de 2025, el 55% de los ocupados en Colombia son informales y que más grave aún, este porcentaje se dispara a 84,6% en micronegocios, la columna vertebral de gran parte del empleo urbano y rural.Esto implica que, aunque cada vez más colombianos logran vincularse al mercado laboral, la mayoría lo hace sin acceso a prestaciones, seguridad social o estabilidad, configurando no solo un escenario de desprotección para más de la mitad de los colombianos que tienen un trabajo, sino que se traduce en menos recursos para la seguridad social.Las brechas de género son persistentes también en el mercado laboral y la informalidad.Imagen de ChatGPT“El desempleo puede estar bajando, pero la calidad del empleo sigue siendo precaria”, resume José Garcéa Guzmán, docente de Economía de la Universidad de América, quien advierte que el país está atrapado en una dinámica donde la reducción de la desocupación convive con la expansión del trabajo sin protección.Un respiro en las cifrasLos datos del Dane muestran que el repunte en el número de ocupados se concentró en sectores de fuerte dinamismo, aunque también con alta informalidad, ya que actividades como alojamiento y servicios de comida (+0,8 p.p.), transporte y almacenamiento (+0,7 p.p.), actividades profesionales y servicios administrativos (+0,5 p.p.) y comercio y reparación de vehículos (+0,4 p.p.) fueron las que más contribuyeron al aumento del empleo.Puede interesarle: Inteligencia artificial: ¿Cómo usarla para mejorar las finanzas personales?Estas ramas, sin embargo, están dominadas por pequeñas y medianas unidades productivas que operan con poca regulación. De hecho, en los micronegocios, que pueden ir desde restaurantes familiares, tiendas de barrio, talleres o transporte informal, ocho de cada diez trabajadores carecen de seguridad social.“Este contraste es la señal de alerta más importante”, apunta García, para quien, “el reto de Colombia no es solo crear más empleos, sino que esos empleos sean formales y productivos”, para así generar estabilidad y crecimiento en la economía y mejores condiciones de vida en los hogares.Las brechas de género son persistentes también en el mercado laboral y la informalidad.Imagen de ChatGPTEstas cifras también ponen de relieve las profundas desigualdades territoriales, dado que en las 13 principales ciudades y áreas metropolitanas, la tasa de informalidad se ubica en 41,7%, mientras que en los centros poblados y zonas rurales dispersas escala a un preocupante 83,4%.Además, hay diferencias significativas entre ciudades, ya que mientras Sincelejo (68%), Riohacha (63,6%) y Valledupar (63,6%) lideran en niveles de informalidad, otras como Quibdó (24,3%) registran tasas relativamente bajas, aunque compensadas con mayores índices de desocupación (14,4%).Más información: Falta de crédito y fraude digital: los muros que frenan a las PymesEstos contrastes reflejan lo que García denomina una “heterogeneidad estructural” del mercado laboral, explicando que “las políticas deben ser diferenciadas, porque la realidad de una capital como Bogotá no es la misma que la de un municipio intermedio o una zona rural. No podemos esperar que una sola medida resuelva problemas que son profundamente distintos en cada territorio”.El espejismo de la informalidad a la bajaSi bien el boletín de informalidad del Dane indica que hubo una ligera reducción en comparación con el mismo periodo del año pasado; no se debe pasar por alto que al cruzar esta caída con los nuevos ocupados de julio, surge un dato inquietante y es que de los 766.000 nuevos puestos, cerca de 420.000 serían informales.Otras noticias: Reforma tributaria: ¿cómo se podrían recortar los $10 billones que ya no van?En otras palabras, el motor del empleo en Colombia sigue siendo el mismo, ocupaciones sin estabilidad, sin prestaciones y con una alta rotación; por lo que García advierte que “podemos hablar de una caída de la informalidad en términos porcentuales, pero la fotografía completa muestra que la informalidad es la que absorbe buena parte de la nueva mano de obra. Es un espejismo que debemos leer con cuidado”.Entre tanto, más allá de las cifras globales, las brechas siguen marcando el panorama si se tiene en cuenta que la informalidad golpea con mayor fuerza a las mujeres, que tienen más probabilidades de trabajar en micronegocios o en actividades de comercio minorista y servicios domésticos. También afecta con intensidad a la población rural, donde la ausencia de contratos y cotizaciones es la norma más que la excepción.Las brechas de género son persistentes también en el mercado laboral y la informalidad.Imagen de ChatGPT“La combinación de estos factores refuerza un círculo vicioso en el que quienes entran al mercado laboral en condiciones de informalidad suelen quedarse atrapados en empleos de baja productividad y escasa movilidad social. Y aunque el país celebra una tasa de desempleo en su nivel más bajo en más de una década, la calidad del empleo sigue siendo una deuda pendiente”, dijo el profesor José Garcéa.Con todo esto, se puede decir que el país sigue en medio de una coyuntura en la que por un lado, debe mantener la tendencia a la baja en la tasa de desocupación, que ha mostrado resultados positivos y por otro, tiene que acelerar el proceso de formalización laboral, para garantizar que los nuevos puestos de trabajo no solo sumen en cantidad, sino también en calidad.Lea aquí: Manejo de la deuda en Minhacienda: ¿solución o anestesia temporal?Para este analista, lo anterior requiere medidas de fondo como incentivos a la regularización de empresas, esquemas de formación y capacitación vinculados a los cambios tecnológicos y estrategias regionales diferenciadas que reconozcan las particularidades de cada territorio.“Si no se avanza en este frente, corremos el riesgo de celebrar cifras de ocupación que en realidad ocultan precariedad”, advierte, al tiempo que cierra destacando que la conclusión es clara y apunta a que el mercado laboral colombiano está mejorando en cantidad, pero no en calidad, ya que cada vez hay más personas ocupadas, pero demasiadas lo hacen en condiciones informales que perpetúan la vulnerabilidad y limitan el acceso a derechos básicos.DANIEL HERNÁNDEZ NARANJOPeriodista de Portafolio