Times Square, Nueva York. Nueve de la mañana. En medio del sinfín de neones, pantallas luminosas con anuncios, rascacielos y trabajadores disfrazados de personajes de dibujos animados, unas banderas palestinas casi podrían pasar por parte del coloridísimo paisaje. Pero no, son miles de personas las que se apretujan en la plaza, pancartas en mano, de judíos ortodoxos a descendientes de víctimas del Holocausto y jóvenes integrantes de organizaciones propalestinas, unidas con el objetivo de hacer llegar un claro mensaje: el genocidio en Gaza tiene que acabar, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no puede subirse al escenario de la Asamblea General de la ONU como si nada estuviese sucediendo.“Mis abuelos fueron víctimas del Holocausto y siempre repitieron que nunca más. Esto no debería pasarle a nadie, es exactamente lo que nos pasó a nosotros”, cuenta Kate Hirschmann Levy, que viene de Brooklyn y lleva a su bebé de pocos meses envuelto en kufiyas palestinas. Ella, su hermana y su madre lucen camisetas con el mensaje ‘Los judíos pedimos que se deje de armar a Israel’ y aseguran que están “devastadas” por el “exterminio” de los palestinos. “Si tenemos que matar a un millón de palestinos para vivir en Gaza, esa tierra no es nuestra”, afirma enfadada. Esta misma semana países de todo el mundo han reconocido el Estado palestino, llevando la cifra total a 157, el 80% de todos los miembros de la ONU. Pero para muchos asistentes los gestos simbólicos hace tiempo que dejaron de ser suficientes: ahora es imprescindible parar la matanza de Israel.La marcha transcurrió pacífica, escoltada por una fuerte presencia policial que ejercía de cordón entre los manifestantes y ambos lados de la Sexta Avenida, expectante ante posibles incidentes. Los asistentes portaban pancartas que pedían el arresto de Netanyahu, el embargo de armas y sanciones para Israel, justicia para Palestina, y otras muchas que relacionaban el exterminio de los judíos durante la Alemania nazi con la situación actual de la Franja de Gaza. Entre los cantos, se repetía el “Netanyahu, ¿a cuántos niños has matado ya hoy?”.El rabino Dovid Feldman forma parte de un nutrido grupo de judíos ortodoxos que visten con sus trajes y sombreros tradicionales negros o kipás, y que también llevan kufiyas y banderas palestinas al cuello, así como pancartas con mensajes como ‘El judaísmo condena al Estado de Israel y sus atrocidades’ o ‘La ocupación de Palestina es una violación del judaísmo’. Feldman forma parte de Neturei Karta, una organización de judíos antisionistas. “Estamos profundamente perturbados y preocupados. Están utilizando mi religión para justificar esto, incluso aunque Netanyahu no dice practicar el judaísmo. Necesitamos que la gente se dé cuenta de que estos crímenes están prohibidos en el judaísmo”, lamenta.“Dar a los palestinos un Estado a una milla de Jerusalén después del 7 de octubre es como darle a Al Qaeda un estado a una milla de Nueva York después del 11 de septiembre”, pronunciaba Netanyahu en la Asamblea de la ONU al mismo tiempo que la marcha se encaminaba hacia allí. “No. Es una locura, no lo haremos. No cometeremos un suicidio nacional, no permitiremos que nos impongan un Estado terrorista”.“Netanyahu debería ser arrestado, no deberían darle un lugar desde el que hablar aquí hoy”, protesta Nawal Tufail, que ha cogido un autobús desde Nueva Jersey expresamente para asistir a la manifestación. “No soy palestina, pero tengo tres niños pequeños y, como humana y como madre, cuando veo niños en pedazos todos los días, me siento responsable de venir y hacer todo lo que pueda. Estamos boicoteando, estamos protestando, estamos haciendo todo lo que podemos”. El primer ministro israelí ha podido desplazarse a EEUU porque el país que acoge la sede de la ONU así se lo ha permitido, aunque de camino ha evitado sobrevolar países que podrían detenerlo por la orden que emitió contra él la Corte Penal Internacional, que lo considera desde noviembre de 2024 el máximo responsable de la comisión de crímenes de guerra y lesa humanidad en Gaza, que Israel niega. En cambio, en 1974 la Asamblea suspendió a Sudáfrica por el apartheid y hasta 1994 el país no pudo volver a asistir al evento anual. El lunes, Netanyahu se reunirá por cuarta vez con Trump en Washington. Esta ocasión, quien no ha podido asistir en persona ha sido el presidente palestino. Mahmoud Abbas se ha visto obligado a intervenir en la Asamblea a través de un vídeo ya que Estados Unidos, un firme aliado de Israel, anunció que no le concedería el visado necesario para entrar en el país. A apenas un kilómetro y medio del cuartel general de la ONU, desde el escenario de Times Square donde comenzó de la manifestación, Taher Dahleh, uno de los cabecillas del Movimiento Joven Palestino (la principal organización detrás de esta protesta), trataba de lanzar un mensaje de esperanza: “La gente movilizándose, rechazando estar quieta, protestando siempre ha sido la que ha provocado cambios. Vietnam terminó con la ocupación estadounidense, Sudáfrica acabó con el apartheid y Palestina será libre”, bramaba entre los aplausos del público.El colectivo lleva toda la semana intentando que la convocatoria llegase lo más lejos posible: con octavillas, proyectores en edificios del centro de Manhattan y publicaciones en redes sociales que apenas tenían visualizaciones por los esfuerzos de Meta, que tanto en Facebook como en Instagram –las dos redes sociales con más usuarios activos del mundo– “esconde” sistemáticamente todo el contenido relacionado con Palestina. En consecuencia, los seguidores de las organizaciones convocantes esta semana encontraron más complicado saber qué eventos iban a celebrarse y cuándo, porque los algoritmos de estas redes no mostraban las actualizaciones relacionadas con la protesta. En el pasado, organizaciones como Human Rights Watch han denunciado que Mark Zuckerberg está censurando contenido relacionado con Palestina en ambas plataformas, de forma sistémica y en todo el planeta.Además del Palestinian Youth Movement, un movimiento propalestino estadounidense que opera en Norteamérica y Europa, esta manifestación ha contado con el apoyo de otros colectivos como Within Our Lifetime, centrado en concienciar sobre la causa palestina y en conseguir su liberación mientras vivan sus organizadores, como indica su nombre; Jewish Voice for Peace, una organización judía y antisionista, y ANSWER Coalition, acrónimo de ‘Actuemos ahora para parar la guerra y acabar con el racismo’, que representa a un conjunto de organizaciones pacifistas y por los derechos civiles. Juntas, estas asociaciones llevan organizando protestas, encuentros y marchas propalestinas desde la semana pasada que se prolongarán a lo largo de la próxima, tanto en Nueva York como en otras grandes ciudades como Chicago o Washington, y también en otras más pequeñas de Florida, Connecticut, Minnesota o Illinois. Además, los manifestantes también se concentraron en la noche de este jueves a las puertas del hotel en el que Netanyahu se aloja en Nueva York. Catorce personas fueron detenidas por hacer ruido, según la policía. La exvicepresidenta Kamala Harris, asimismo, vivió cómo un grupo de ellos interrumpía la presentación de su libro este miércoles en la misma ciudad. "Tu legado es un genocidio. Tienes sangre de palestinos en tus manos", dijo un hombre antes de ser expulsado por el personal de seguridad. "Esto es tu culpa", gritó otra mujer. A las afueras del evento, decenas de manifestantes también protestaban. Harris trató de acercarse a los propalestinos asegurando que le "rompe el corazón" lo que está pasando en Gaza y que Trump "ha dado a Netanyahu un cheque en blanco para que haga lo que quiera" en la Franja.El año pasado, miles de manifestantes tomaron las calles de Nueva York en protesta por la guerra de Gaza durante la misma semana. La convocatoria terminó con 25 arrestados por intentar bloquear el tráfico. Entonces, con Joe Biden de presidente, Estados Unidos bloqueó al Consejo de Seguridad de la ONU a la hora de reconocer a Palestina como Estado miembro de la organización. La ONU siempre ha apoyado la idea de un Estado palestino, y ya en 1993 los Acuerdos de Oslo fijaron unos plazos para su autodeterminación. Quedaron en papel mojado.