Jugando a los disparates

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La política parece haberse convertido en un juego de disparates con el objetivo inconsciente de entrar en el libro Guinness de los récords. Y no me refiero en exclusiva a la política española, que por día que pasa eleva cada vez más el nivel de las ocurrencias disparatadas, sino al conjunto de la humanidad. Valga como introducción el discurso, por llamarlo de una manera cortés, que el actual presidente norteamericano dirigió a los líderes mundiales reunidos en la Asamblea General de Naciones Unidas esta misma semana.El presidente americano, cuyo teleprompter dejó de funcionar al poco de comenzar su discurso, dio rienda suelta a sus fantasías autoritarias sin atenerse a más guion previo que su permanente argumentario desquiciado donde el mundo debe girar en torno a él y si no lo hace hay que destruirlo. La referencia al alcalde de Londres, Sadiq Khan nacido en Inglaterra y de religión islámica, como un hombre terrible que quiere implantar en la capital que gobierna desde 2016 la ley Sharia sirve para poner de manifiesto el nivel que ha alcanzado el disparate, cargado de falsedad y mentira descarnada, en el pretendido líder del mundo libre que cada vez está más cerca de dejar de serlo por las actuaciones dictatoriales del propio Trump.Lo que realmente hace terrible al alcalde londinense a los ojos del presidente americano es el hecho de que Khan sea descendiente de inmigrantes paquistaníes que llegaron a Londres en la segunda mitad del siglo pasado, que además forjara su carrera política en una organización, Liberty, defensora de los derechos humanos y que haya conseguido un notable grado de popularidad por la defensa de las medidas contra el cambio climático en la ciudad cuyo gobierno preside.Y aquí en nuestro país los referentes políticos del americano, los oficiales de Vox y los clandestinos del PP, día sí y otro también han decidido emularlo y elevar el disparate a la categoría de noticia diaria. Y no me refiero con ello, que también, a la defensa que la extrema derecha hace del genocidio de Gaza y los titubeos de la derecha convencional para reconocerlo con barones territoriales abjurando de la doctrina oficial de Génova, porque los mayores disparates del ranking semanal son los pronunciados entre la tarde del jueves y el día de ayer sobre el tema preferido de la extrema derecha y con el que viene jugueteando fervorosa y peligrosamente Núñez Feijóo, y que no es otro que el de la inmigración y el papel de los inmigrantes en la economía de nuestro país. Con una velocidad que sorprende hasta a dirigentes regionales de su partido que gobiernan comunidades autónomas el presidente nacional del Partido Popular se ha convertido en el chico de los recados de Abascal y a buen número de encuestas me remito donde el partido que crece es Vox y en gran parte lo hace con antiguos votantes del PP. Feijóo ha renunciado a tener una política propia sobre inmigración y llevado por sus prisas y sus miedos se ha instalado en el disparate permanente en clara competencia con el político menos dotado intelectualmente de Vox, el señor Figaredo. La última de Feijóo son los cinco mandamientos que debe cumplir el buen inmigrante y entre ellos uno, el que habla de compatibilidad cultural e idiomática y asumir los criterios de hispanidad, todo ello como si el concepto de hispanidad fuese algo considerado igual por los propios nativos españoles incluidos los castellanos viejos. Imaginen ustedes que en la década de los sesenta del siglo pasado a los miles y miles de trabajadores españoles que se vieron obligados a emigrar a Alemania les hubiesen obligado a conocer y compartir la cultura teutona… Pero a pesar de todo no debemos desesperar quienes soñamos con volver a vivir aquellos tiempos en los que la confrontación política era casi como un juego de patio de colegio en comparación con los tiempos actuales, y no debemos desesperar entre otras cosas porque Espinosa de los Monteros presentó el pasado jueves una especie de casa común de la derecha convencional y la extrema derecha, su centro de pensamiento Atenea por si no teníamos bastante con Aznar y su FAES. Y mientras la izquierda más a la izquierda continúa a lo suyo, a seguir de victoria en victoria hasta la derrota final.