Daniel Luque sublima el temple antes del choque de trenes

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Era 27 de septiembre solo porque el calendario así lo fechaba, pero la mañana fue de 27 de abril. Con el sol derritiendo los puentes, con el Guadalquivir como una cuchara de plata, con las calles colmadas de color, de alegría y de clavel reventón en la solapa de los caballeros y en el pelo de las guapas. Por República Argentina caminaba la chavalería en dirección a la Maestranza. Habían comprado dos décimos a la lotera de la suerte, la de los tres millones, la de la administración que soñaba con el Gordo. Sigue leyendo aquí