Así fue como el ‘1+8’ de Iván Zamorano se convirtió en la camiseta más vendida en la historia del fútbol italiano

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La camiseta número 1+8 de Iván Zamorano. Imagen: Página web Inter de MilánLa camiseta número 1+8 de Iván Zamorano con el Inter de Milán no fue solo un “capricho numérico” del delantero chileno. Sigue siendo un caso de estudio en marketing deportivo y, según el propio exjugador, la más vendida en la historia del fútbol italiano.Este dorsal, usado por Zamorano entre 1998 y 2001, nació de una negociación tensa con la directiva ‘Nerazzurra’ y se convirtió en un inesperado fenómeno comercial que superó en popularidad a los uniformes de figuras contemporáneas y predecesoras del equipo interista.El éxito de ventas está intrínsecamente ligado a la llegada de Ronaldo Nazário al club. Inicialmente, el delantero chileno, conocido como ‘Bam Bam’ por su impresionante remate de cabeza, portaba el dorsal 9. Tras el Mundial de Francia 1998, el presidente del Inter, Massimo Moratti, y el director deportivo, Sandro Mazzola, solicitaron a Zamorano ceder su número a Ronaldo.El brasileño, apodado ‘El Fenómeno’, venía de un “bajón” en su rendimiento, y el club buscaba reimpulsar su figura, designándolo como el nuevo portador de la mítica camiseta 9. La condición de Zamorano fue innegociable: un dorsal cuyo valor sumado fuera igual a nueve.Zamorano jugó en el Inter de 1996 a 2001. Imagen: Página web Inter de MilánLa solución fue ingeniosa: utilizar el número 18 y añadir un signo de suma entre las cifras, creando el icónico 1+8. Aunque inicialmente la Serie A y el propio club se opusieron, el jugador chileno no cedió. Para la temporada 1998/1999, la directiva logró un acuerdo con la liga y el fabricante deportivo para hacer oficial la camiseta.Este diseño fue único en su tipo y nunca visto en una liga top de Europa, por lo que este atrevimiento se tradujo inmediatamente en un furor en las tiendas.Ingeniería de merchandising: ¿Cómo el 1+8 batió récords de venta?La afirmación de Zamorano sobre la camiseta más vendida se sustenta en la explosión de popularidad que generó su diseño. El número, un símbolo de rebeldía y compromiso, atrajo a los aficionados y se convirtió en un artículo de culto.En un mercado altamente competitivo, donde competían camisetas de leyendas como Francesco Totti (Roma), Alessandro Del Piero (Juventus) y Paolo Maldini (AC Milán), la de Zamorano se impuso. La camiseta no solo se vendió masivamente en Italia, sino que tuvo un impacto global, especialmente en América Latina.Según relató el propio exjugador chileno, la marca deportiva que vestía al Inter pasó de usar un adhesivo para el signo de suma en los primeros partidos a producir el dorsal 1+8 estampado de fábrica, una prueba de la demanda inmediata.Camisetas del fútbol italiano. Imagen: Cuenta oficial X Serie AEl fenómeno del 1+8 puede compararse, en términos de impacto visual y comercial, con el cambio de dorsal que realizó otro gigante de la Serie A. Por ejemplo, en 1995, el AC Milán introdujo la numeración fija, y aunque dorsales como el 3 de Maldini o el 6 de Franco Baresi eran venerados, el caso del 1+8 fue una curiosidad comercial que se transformó en un éxito de masas.El diseño forzó la interpretación del reglamento y capitalizó la narrativa de un ídolo que «sacrificó» su número por un compañero, pero sin perder su esencia. A diferencia de otros dorsales, el de Zamorano es el único en la historia reciente de la Serie A que incorpora un símbolo matemático como parte oficial del número.El legado del ‘Bam Bam’ ZamoranoEl éxito comercial del 1+8 de Zamorano se suma a una carrera llena de hitos y goles. El delantero, conocido también por su paso por el Real Madrid, donde ganó una Liga española y se consagró como Pichichi con 28 goles en la temporada 1994/1995, se estableció como un ícono de la década de 1990.Su paso por el Inter dejó una marca indeleble, no solo por la camiseta récord, sino por haber sido pieza clave en la obtención de la Copa UEFA 1998.Ivan Zamorano en el Inter de Milán. Imagen: Cuenta oficial X Serie ALa curiosidad reside en la estricta condición que impuso Zamorano: que el número 1+8 se viera explícitamente. Zamorano quería asegurar que, a pesar de ceder el 9, los aficionados y la historia supieran que su corazón seguía pegado a ese número.Recomendado: Así es el plan de JP Morgan en el fútbol italiano para aumentar el valor de la Serie AEste acto, una mezcla de ego y “picardía”, terminó siendo una jugada maestra de ‘branding’ personal y uno de los mayores aciertos de merchandising de la Serie A, superando a la mayoría de las ventas impulsadas por la fama pura de los dorsales 10 o 7, y demostrando que la simbología de un número puede ser tan poderosa como el jugador que lo viste.El 1+8 sigue siendo un testimonio de cómo un simple cambio de dígito puede reescribir la historia del merchandising deportivo.