El Gobierno pide a Junts y a Podemos que dejen de cortocircuitar la mayoría parlamentaria que sostiene la legislatura

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Los de Puigdemont y los de Belarra se cruzan insultos y reproches a cuenta del traspaso de las competencias migratorias y se convierten en una piedra en el zapato del Ejecutivo a la hora de poder sacar adelante su agenda legislativaLa izquierda se divide en el Congreso frente al bloque antiinmigración de la derecha El descarrilamiento del traspaso de competencias migratorias a Catalunya esta semana en el Congreso provocó una batalla campal entre dos de los aliados fundamentales para Pedro Sánchez. Desde la votación del martes, Junts y Podemos se pasaron la semana a la gresca con acusaciones de todo tipo. E incluso con insultos cruzados. Pero más allá de ese enfrentamiento, la realidad es que ambas formaciones se han convertido en una auténtica piedra en el zapato del Gobierno a la hora de poder ahormar mayorías parlamentarias cada vez más inverosímiles. Si los de Belarra tumbaron la descentralización de la gestión migratoria, los de Puigdemont habían tumbado antes la reducción de la jornada laboral y la creación de una oficina anticorrupción. Y ambos partidos advierten, además, que no están dispuestos siquiera a sentarse a negociar los Presupuestos Generales del Estado salvo que el Gobierno asuma antes unas condiciones que en Moncloa ven inalcanzables. El resultado es que el Congreso cada vez legisla menos porque al Ejecutivo no le dan los números. En ese contexto, tanto el PSOE como la mayoría de formaciones progresistas que votaron a favor de la investidura de Sánchez admiten su profunda preocupación por la vía muerta a la que se encamina la legislatura. Y en Moncloa ya empiezan a trasladar recados explícitos a Junts y a Podemos tanto en público como en privado. “Ustedes tienen votos para orientar la legislación de este país. Contribuyan y sumen. Vamos a presentar los Presupuestos y espero contar con el apoyo de su grupo porque se harán cuentas buenas para Catalunya. Y no tengo duda de que, si es bueno para Catalunya, Junts no se pondrá en contra de iniciativas que permitan avanzar”, le dijo María Jesús Montero esta semana en el Congreso al diputado de Junts, Josep María Cruset. A ese recado público le había precedido una reunión al más alto nivel entre la cúpula de Junts y del PSOE en Bélgica la semana pasada con Carles Puigdemont y José Luis Rodríguez Zapatero a la cabeza. Y de ese encuentro, entre las filas socialistas se sacaron dos conclusiones. La primera, que los independentistas catalanes empiezan a sumirse en un desconcierto interno sobre el rumbo estratégico a seguir en su relación con el Gobierno por la evolución de las encuestas, que señalan que Junts se desangra electoralmente en beneficio de la xenófoba Aliança Catalana. Y eso, asumen en Moncloa, llevará a Puigdemont a seguir desmarcándose del Ejecutivo en algunas votaciones clave. Pero la segunda conclusión es, a juicio de los socialistas, aún más relevante. “No tienen muy claro si apoyarnos o no, pero lo que tienen clarísimo es que no quieren elecciones. Ese es el último de los escenarios deseados para ellos, porque ahora mismo las encuestas señalan que se darían un batacazo”, razona un diputado del PSOE con hilo directo con las formaciones independentistas. Esa certeza, la de que Junts está en la hipótesis de apretar, pero no ahogar y, por tanto, ni siquiera se plantea sumar sus votos a una posible moción de censura contra Sánchez, anima al Ejecutivo a seguir intentándolo para sacar del atasco a la legislatura. “Estamos hablando, claro. Hablamos con Junts y hablamos con Podemos y yo creo que hay margen para cambiar alguna cosa y reconducir la negociación de las competencias migratorias. Pero tienen que ceder los dos. Tienen que entender que el bloqueo no es bueno para nadie salvo para el PP y para Vox. Y que si la legislatura avanza, también será en beneficio de las formaciones políticas que contribuyan”, razonaba esta semana en los pasillos del Congreso una ministra. Aunque Podemos no tiene ni de lejos el mismo bagaje que Junts a la hora de hacer descarrilar medidas del Gobierno –tan solo tumbó a principio de la legislatura la reforma de la prestación por desempleo que luego se reformó y salió adelante, además del traspaso de competencias migratorias de esta semana que calificó de “racista”–, los de Belarra mantienen un tono durísimo contra el Ejecutivo a cuenta, principalmente, de la política exterior con Israel y del gasto en Defensa. Una postura que esta semana también mereció el reproche público de la vicepresidenta primera. “No entendemos desde el Gobierno progresista por qué la insistencia de Podemos en intentar separar a la izquierda en algo tan importante como nuestra voz común contra el genocidio. Es tan grave lo que está ocurriendo, que intentar desde la izquierda establecer una competición para minimizar las actuaciones de otros grupos políticos lo considero una irresponsabilidad. No estamos para dividirnos”, le reprendió Montero a la diputada de Podemos, Martina Velarde, tras una interpelación en la que Podemos acusó al Ejecutivo de connivencia con el Gobierno de Netanyahu. En la Moncloa aseguran conocer desde hace tiempo que Podemos trabaja con una estrategia a medio plazo para conseguir consolidarse como la única fuerza de oposición a la izquierda del PSOE ante un hipotético Gobierno del PP con Vox. Es decir, una lucha a cara de perro con Sumar y las formaciones que lo integran por la supervivencia de ese espacio político. Pero incluso en ese escenario piensan en el Ejecutivo que existe margen para el acuerdo en lo que queda de legislatura. “El problema radica en la complejidad parlamentaria y en la cantidad de grupos que tenemos que poner de acuerdo. Porque si uno sabe que el de enfrente no apoya una medida, eso lo desincentiva para apoyarla él y sale gratis decir que no negocia o incluso votar en contra. Por eso la partida de los Presupuestos es tan complicada”, explica una de las personas del Gobierno más cercanas al presidente, que también apela a Podemos. “Sinceramente, creemos que antes que nada Podemos es una formación de izquierdas. Y no contemplamos que Podemos tenga ningún interés en hacer caer al Gobierno, de verdad que no los vemos en eso. Otra cosa es ese tono forzado que muestran siempre para encontrar la crítica y que a nosotros nos parece un error. Yo creo que tienen que reflexionar”. El toque de atención de ERC y EH Bildu El desmarque de Junts y Podemos de la mayoría parlamentaria que necesita el Ejecutivo para mantener a flote la legislatura también provoca malestar entre las filas de otras organizaciones políticas, más allá del Gobierno. Durante el debate parlamentario de la delegación de competencias migratorias, socios de izquierdas como EH Bildu o ERC lanzaron toques de atención explícitos a los de Puigdemont y Belarra. “Le hago una reflexión tanto a Junts como a los compañeros y compañeras de Podemos”, dijo el diputado de EH Bildu, Jon Iñarritu. “Todos aquellos partidos que apoyamos la investidura, o somos todos y todas corresponsables y sensatos en cada norma o aquí no se aprueba nada. Estamos jugando a eso y así solo ganan estos señores de PP y Vox, que están deseando que se bloquee todo. Yo creo que debemos ser serios y responsables”, concluyó. También rotundo en su mensaje, principalmente a Podemos, se mostró Gabriel Rufián. El diputado de ERC, que admitió las motivaciones “racistas” de Junts, pero defendió como una buena noticia para el camino de la descentralización del estado el traspaso de competencias migratorias, se dirigió a los diputados de Podemos para reprocharles su voto en contra. “El camino que emprenden hoy es terriblemente peligroso y preocupante. Porque entonces, claro, ¿solamente votamos aquí las competencias para las comunidades autónomas gobernadas para quien nos guste? Le están poniendo a huevo a Junts que les llamen españolistas”, dijo Rufián. Ese choque entre ERC y Junts con Podemos acabó por desembocar en una subida de tono de algunos de sus dirigentes. “Que Junts sea de derechas y que digan que los migrantes llegan a Catalunya para acabar con la identidad catalana no le sorprende a nadie. Pero escuchar a mi amigo Joan Tardá o a Rufián bajar las orejas tragándose toda esta mierda de Junts y del 'pujolismo' y encima decir que los de Podemos son españolistas, venga por favor”, dijo Pablo Iglesias en una entrevista en TV3. Un rato después, en la Sexta, le contestó la portavoz de Junts, Míriam Nogueras. “Si Podemos considera que hablar de la realidad y poner los datos encima de la mesa es ser racista, están llamando racistas a muchos catalanes. Y entonces mi respuesta es la misma que la de ellos a nosotros: se pueden ir un poquito a la mierda”. Unas horas más tarde, con las redes sociales incendiadas en reproches y acusaciones mutuas, Gabriel Rufián pidió a Podemos un cese de las hostilidades. “Sería de agradecer que cierta izquierda (ahora) pura entendiera que se puede no estar de acuerdo siempre con ellos e incluso cambiar de opinión sin que eso signifique que existe un plan mediático masónico en su contra y sin que monten campañas digitales bully en contra (...). Hagan el favor, que se les defiende y defenderá, pero a veces lo ponen muy difícil”. También en sus redes, Pablo Iglesias puntualizó que “aunque los partidos se den castañazos en los medios, los partidos negocian”. El PSOE ya ha dejado la puerta abierta a retomar la negociación para el traspaso de competencias migratorias a Catalunya, una norma fundamental para Junts que en Moncloa entienden que allanaría el terreno de futuros acuerdos.