Todo vuelve. Solo hay que esperar conjunciones inesperadas para que esa vuelta cobre un valor especial: Lorena Bernal ha vuelto al cine con 'Ya no que quedan junglas'. Ha vuelto a casa, a San Sebastián, porque la película se presentó la semana pasada en el Zinemaldia. Y ha vuelto a pisar esa alfombra roja por la que han posado también Angelina Jolie o Juliette Binoche: «Es un sueño hecho realidad. Yo, de pequeña, iba con mi libreta de autógrafos ver a las estrellas, a observarlas de cerca, porque quería ser actriz. Me gustaba ver su humanidad, como cuando Anthony Quinn me preguntó cómo estaba. Esa cercanía se me quedó grabada y he intentado a lo largo de mi carrera no perder ese lado humano con los demás.» Está encantada porque es su primera experiencia en el cine negro: «Interpreto a una fotógrafa que abre la puerta a la esperanza a un sicario. El mío es el único personaje inocente en un relato oscuro.» Y además, con un reparto internacional: Ron Perlman, Megan Montaner y Hovik Keuchkerian. Vive en Londres desde que su marido, Mikel Arteta, fichara como entrenador del Arsenal, lo que le ha permitido incluso cenar junto al príncipe Guillermo: «Es un hombre educado al que le gusta mucho el fútbol, pero sobre todo es alguien que sabe escuchar. Es muy atento.» Fue en una gala benéfica, porque Lorena es una mujer que colabora activamente en distintas ONGs, como la de Eva Longoria: «Es una mujer llena de ideas y de energía que hace un trabajo maravilloso porque ves que todo el dinero va a la gente que lo necesita, con enfermedades raras y sin recursos.» Lorena transmite la paz interior que le ha permitido escribir «Empieza por ti», un libro de autoayuda en el que apuesta por encontrar la felicidad: «Tenemos una única ocasión de vivir y hay que aceptar lo que uno tiene, por poco que sea, para aprovechar cada momento.» Se decidió a dar el paso como 'coach' porque «si creo que sé alguna manera de hacer que alguien esté en paz, que además puede crecer, sería injusto no compartirlo.» Se nota la calma con la que se enfrente a la vida: «la tengo en los momentos difíciles, pero también en los buenos, que puedo disfrutar mejor.» Aunque le gustaría «aprender a manejar los tiempos. Vivo tan en el presente que no planifico el futuro .» De gustos sencillos, no se considera caprichosa: «lo que tiene que venir, vendrá; lo que no, lo asumo y no me empeño en insistir.» Pero sí cree en la importancia de tener presente a los demás: «Puede que no sea detallista para regalar en un cumpleaños, pero si veo algo que sé que alguien necesita o le gusta, lo compro y se lo regalo, sea cuando sea.» Con los años, Lorena ha ido matizando su romanticismo: «antes creía en los amores de película, ahora creo en el amor real. Me gusta expresar el amor y dejarme amar.» Lleva más de veinte años con Mikel, «con quien he llevado una vida de cambios constantes que nos ha permitido mantener la ilusión, la capacidad de sorpresa. Es, sin duda, quien mejor me conoce, y sentimos una preciosa confianza mutua , y consultarle cualquier duda antes de tomar una decisión porque sé que tiene una visión completa que le permite aconsejarme.» Para la actriz, «lo mejor de vida son mis tres hijos. Ellos me han despertado un mundo emocional fascinante. Han sacado mi fortaleza, pero también mi fragilidad. Y miedos que no conocía. A través de su mirada veo el mundo con su ingenuidad y su belleza. Y he descubierto lo que significa el amor incondicional. Antes pensaba que los demás me querían según lo buena que fuera con ellos, pero mis hijos me quieren sin juicio alguno .» Una pregunta la deja descolocada unos segundos: '¿Cómo le gustaría ser recordada por los suyos?, pero la respuesta le sale del corazón; «Que al pensar en mí se le llene el alma de amor, que sientan como un calorcito y se les escape una sonrisa.» Emoji: «El que se tapa la cara con las dos manos, en plan ¡Ay, Dios! O el que abre los ojos como platos, porque me he olvidado de algo o para mostrar mi sorpresa. Mis hijos me dicen que uso siempre los mismos.» Selfi: No pediría por mi, lo haría por mis hijos. A algún actor de cine de superhéroes o de sus series favoritas. Sacrificio: Pierdes la transparencia al conocer a alguien porque no estás en las mismas condiciones, ya no somos dos desconocidos sin prejuicio alguno. Con la fama, los demás saben de ti, pero tú no sabes nada de ellos. No estamos en igualdad de condiciones. Tierra, trágame: En un vuelo en el que viajaba un equipo de rugby, se pasaron todo el viaje diciéndome cosas. Al llegar, me puse tan nerviosa al salir, que me resbalé por las escalerillas. Día a día: Sentarme a tomar un café. Propósito: Tengo dos: mejorar mi puntualidad y llamar más a menudo a la gente con la que me gusta hablar. Beso: Fue un amor de verano, bajo las estrellas que iluminaban el Mediterráneo. Fue precioso. Perderse: Los Alpes suizos, en verano. Miedo: En realidad, tres. Un miedo real, cuando alguien se apoya en una barandilla a gran altura. Uno inevitable, a los bichos como las serpientes, cucarachas o arañas. Y otro profundo, al sufrimiento de mis hijos. 10 años: Me cuesta verme porque mi hijo menor ya tendrá 20 años y mi papel de madre será distinto. Espero verme viajando, trabajando en el cine, escribiendo, pasando más tiempo con mi marido. Niña: Era muy buena, bonita, pero un poco mandona. Ya de pequeña era muy artista: jugaba a presentar, a bailar. Pero era tranquila, podía pasarme horas observando. También algo madura para mi edad debido a mi intensa infancia, con muchos cambios y viajes. Cuando dejas a tu familia en otro país para empezar una nueva vida, te hace ver el mundo de otra manera: vine de Argentina, me fui a Francia a estudiar, empecé a trabajar en el mundo de la moda a los siete años, todo eso te abre los ojos. Salir y ver mundo te hace crecer.